jueves, 24 de enero de 2019

Fuencaliente (Ciudad Real)

Marcos Rodriguez Pantoja: Marcos Nació en Añora (Córdoba). Emigró junto con sus padres a Madrid, donde falleció su madre al dar a luz a su cuarto hijo, el cual falleció poco después, teniendo Marcos 3 años. Su padre se casó nuevamente con otra mujer, quien ya tenía un hijo de un matrimonio anterior. Su madrastra lo sometió a un cruel maltrato mientras estuvo a su cargo, lo que probablemente motivase en gran parte su posterior decisión de no regresar a la sociedad. En los años cincuenta se instalaron en Fuencaliente (Ciudad Real), en Sierra Morena, donde se dedicaron a la fabricación de carbón.
En 1954, teniendo Marcos Rodríguez siete años, y tras una vida de malos tratos, fue vendido o entregado a un terrateniente local el cual lo entregó a un cabrero, para que sirviese de relevo y fue a la muerte de ese, quien había vivido con él en una cueva, cuando el niño quedó abandonado en medio de la naturaleza. Más tarde, fue encontrado en 1965 por la Guardia Civil, tras once años viviendo en completo aislamiento de los seres humanos y con la sola compañía de los lobos. La Guardia Civil lo trasladó a Fuencaliente por la fuerza atado y amordazado, ya que aullaba y mordía como un lobo. La policía nunca presentó cargos contra el padre, que en ese momento aún vivía, y que al reconocer a su hijo sólo le reprochó haber perdido la chaqueta.
Con posterioridad, las monjas del hospital y un sacerdote le enseñaron, de nuevo, el uso del habla, cómo vestir, andar erguido, comer con cubiertos y fue internado en el Hospital de Convalecientes de la Fundación Vallejo, en Madrid, hasta ser reintroducido como adulto en la vida en sociedad. Fue enviado a Mallorca donde vivió en un hostal pagando con su trabajo.
Hizo el servicio militar y se dedicó a trabajar como pastor y en la hostelería. Sufrió numerosos timos y engaños, al desconocer el funcionamiento de la sociedad y el significado del dinero. Tras vivir en Fuengirola (Málaga) e incluso llegar a habitar en una cueva, se trasladó a un pueblo del interior de Orense, Rante, donde fue acogido por Manuel Barandela Losada, un policía retirado, al que él llamaba el "jefe" y consideraba su familia, hasta el fallecimiento de éste.
Actualmente, es apadrinado por una familia holandesa, siendo habitualmente invitado por ayuntamientos, asociaciones y organizaciones diversas a dar charlas en las que narra su extraordinaria vivencia. Además, ha sido entrevistado en numerosos programas de televisión.

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