
San Juan Bautista de la Concepción: Quinto hijo de los ocho que tuvieron Marcos García Xixón e Isabel López Rico, labradores acomodados, sintió una temprana vocación religiosa que reflejó en «jugar a santo» por medio de un acusado ascetismo que puso en peligro su salud infantil. Recuperado a duras penas de su anorexia, mal que le perseguirá durante casi toda su vida, su vocación se fortaleció al pasar por la localidad Santa Teresa de Jesús en 1574 ó 1576, quien profetizó a sus padres el futuro del niño. Estudió gramática con los Carmelitas Descalzos de Almodóvar y luego teología en Baeza y Toledo, donde tomó el hábito de los Trinitarios Calzados el 28 de junio de 1580 e hizo el noviciado. Profesó el 29 de junio de 1581. Allí estudió también filosofía con San Simón de Rojas. Luego cursó cuatro cursos de teología en Alcalá de Henares y marchó a Sevilla, pero entonces tuvo una revelación al salir de Écija. Y concibe el deseo de reformar la Orden trinitaria para hacerla más rigurosa; marcha primero a Valdepeñas y luego a Roma, donde llega el 21 de marzo de 1598. Tiene que sufrir la oposición de los trinitarios calzados y tras varias dilaciones, detenciones y maniobras, logró el breve de erección de la reforma el 20 de agosto de 1599.
De vuelta a España tomó posesión del convento de Valdepeñas en 1600; desde 1601 a 1605 fundó ocho conventos: Alcalá, Madrid y Salamanca. Elegido provincial, continúa fundando hasta siete casas, algunas importantes, cuales son Salamanca, Baeza, Córdoba, Sevilla y Pamplona. Escribe para sus monjes numerosas obras ascéticas y un caudaloso Epistolario, en total ocho nutridos tomos de vario contenido, siempre en prosa y de tema moral, teológico o ascético. También una relación autobiográfica y algunas obras místicas. Cesa de provincial en 1609, pero funda aún el monasterio de Toledo (1611) y trabaja en la fundación del de Sanlúcar de Barrameda, a pesar de un molesto mal de vejiga del que es operado y mal curado; se le ordena que cese de esas gestiones y se retira a Córdoba, donde se agravan sus achaques; allí fallece el 14 de febrero de 1613.
Miguel Prieto Anguita: Se inició como escultor y en 1924 se matriculó en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. En 1931 expuso en el salón del Ateneo de Madrid. Miembro del Partido Comunista de España, participó en las Misiones Pedagógicas junto a Diego Marín como escenógrafo del Retablo de fantoches. Más tarde, creó un teatro de títeres propio, La Tarumba, cuyas representaciones continuarían incluso en las retaguardias de los frentes de la Guerra Civil Española. Ilustró numerosos libros (entre ellos el Romancero gitano de Federico García Lorca) y desarrolló una intensa actividad como escenógrafo, además de ser responsable artístico de la revista Octubre, dirigida por Rafael Alberti. Al estallar la Guerra Civil ingresó en la Alianza de Intelectuales Antifascistas y durante la contienda tomó parte en diversas actividades de propaganda y creó varias publicaciones (El Buque Rojo, Ejército del Ebro). Algunos de sus libros de dibujos fueron expuestos en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París de 1937. Al finalizar la contienda pasó a Francia, donde permaneció internado en el Campo de concentración de Argelès-sur-Merhasta su exilio a México, donde continuó sus actividades como pintor, ilustrador, diseñador gráfico y escenógrafo, de forma que se constituyó en una de las figuras más sugestivas de lo que se ha dado en llamar ‘Edad de Plata’ de la cultura española.
En este exilio tomó principalmente dos rumbos: la pintura y el diseño gráfico. Su pintura, que tuvo una importante presencia en la escena artística mexicana, experimentó una nueva fase intensa y expresiva. De hecho terminó de madurar reedificando la memoria de España a través de revividas escenas de la guerra, imágenes alegóricas que intentaban rescatar lo esencial de la vivencia de España o metáforas de una lucha que no se quería dar por terminada. Fue algo que estuvo presente durante toda esta etapa de su vida artística. La pintura de Prieto también supo recuperar el destino estético de la mirada a través de bodegones o figuras que expresaban una vitalidad nunca doblegada. Pero ya desde fechas muy tempranas se dejó igualmente penetrar por la sensibilidad y el alma de la nueva patria de acogida, cuyas exuberantes formas y colores, así como la potencia constructiva de su sensibilidad ancestral, el artista supo hacer suyas.
En cuanto al diseño gráfico, desde una esencialidad minimalista Prieto fundamentó un verdadero giro en las artes gráficas mexicanas; logró crear una sólida tradición y una verdadera escuela. Su actividad fue desbordante, y se encargó del diseño de publicaciones tan importantes como España Popular, el suplemento dominical de El Nacional, México en la cultura, Nuestro Tiempo, Sinopsis, México en el arte, Universidad de México. También ilustró numerosos libros, como La Celestina de Fernando de Rojas, o La esfinge mestizade Juan Rejano, ambas de la Editorial Leyenda, en la que a su llegada a México trabajo como linotipista e ilustrador, y cuidó la edición mexicana del Canto General de Pablo Neruda, así como otros títulos del poeta chileno.
El lenguaje visual que Prieto Anguita cultivó en sus publicaciones fue sumamente vario y flexible e iba desde el popularismo ingenuista, el expresionismo y el surrealismo metafísico al realismo político. Su nombre aparece activamente involucrado en acontecimientos tan fundamentales como la intensa actividad cultural que el Gobierno de la II República Española desarrolló durante su traslado a Valencia o para el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París de 1937, efímera edificación proyectada por Josep Maria Serty Luis Lacasa, que albergó el Guernica de Picasso y otras obras maestras de Joan Miró, Alexander Calder, Julio González, Alberto Sánchez, Josep Renau y otros muchos artistas leales a la causa republicana.

Martín Gutiérrez: Estudió en Almodóvar las primeras letras y luego en la Universidad de Alcalá, donde fue condiscípulo de Francisco de Villanueva; en noviembre de 1550 entró en la Compañía de Jesús. Ejerció los cargos de rector en los colegios de Plasencia (1558), Valladolid y Salamanca (1569). Llegó a Salamanca en 1565 y logró agregar el colegio a la Universidad; allí fue maestro del gran teólogo y filósofo de su orden Francisco Suárez y confesor de Santa Teresa de Jesús y la ayudó en la fundación de la Orden de los Carmelitas Descalzos. Se convirtió en uno de los más famosos predicadores de Salamanca. Allí le empezaron a acometer fuertes cefaleas o dolores de cabeza, acaso migrañas, por lo que a veces sus sermones se los tenía que componer su amigo, el también jesuita padre Gil de la Mata. Al morir San Francisco de Borja en 1572, y habiendo sido nombrado superior de la Casa profesa de Valladolid (1573), le eligieron para representar a la Provincia de Castilla en la III Congregación General que debía hacerse en Roma; de viaje para allá le apresaron los hugonotes (calvinistas franceses) junto a otros dos compañeros, y fue encarcelado en una torre y torturado; estos malos tratos le acarrearon la muerte. Pasados treinta años, fue posible repatriar su cuerpo, según el Diccionario histórico de la Compañía de Jesús, tomo II. Fue declarado venerable por la Iglesia Católica. Escribió sobre él Juan Eusebio Nieremberg en sus Varones ilustres (libro III, capítulo séptimo) y narró su martirio Luis de la Puente en su Vida del padre Baltasar Álvarez.
Agustín Salido: Estudió derecho en Granada; allí se dio a conocer en la revista La Alhambra. Propietario rural ilustrado, dueño de una ganadería de reses bravas, fue gobernador civil de varias provincias y le nombraron en 1875 comisario regio especial de Agricultura para la inspección de las provincias invadidas por la langosta, con cuyo cometido recorrió en los meses de mayo, junio, julio y agosto de ese año más de mil leguas; cuando en 1876 era gobernador civil de la provincia de Murcia, no dudó en utilizar al ejército para combatir un problema que había estudiado y conocía muy bien: la plaga de langosta en Cartagena y La Unión; había llegado a la conclusión de que una política activa ante este tipo de problemas era lo menos malo; también fue diputado por Ciudad Real en las legislaturas de 1843 y 1850-51, y por Almadén en la de 1857. Salcedo salió 8
De ideología liberal, sus escritos anticipan un reformismo propio del posterior Regeneracionismo; así, por ejemplo, en su estudio La langosta. Compendio de cuanto más notable se ha escrito sobre la plaga, naturaleza, vida e instintos de este insecto, y de los remedios que se han empleado y ordenado hasta el día para combatirlo, con todas las antiguas y modernas disposiciones dictadas en la materia, para que pueda servir de libro de consulta, á todas las corporaciones y autoridades administrativas del país (Madrid, 1874), libro fruto de tres décadas de recopilación y síntesis de trabajos de otros autores e incluso de horas de laboratorio y microscopio en observación del insecto; otra obra que refleja sus intereses reformistas es Caja de amparo de jornaleros (1847) etcétera. Escribió algunos artículos en El Labriego de Ciudad Real, dirigido por Francisco Rivas Moreno, con quien tanto tiene en común su labor.
También compuso varias leyendas en verso, como Leyenda histórica de un suceso prodigioso, en verso y dedicado al Santísimo Cristo de la Humildad (Ciudad Real, 1870) y Leyenda histórica de la batalla y ruina de Alarcos, Ciudad Real, 1878. Otras obras suyas son Consejos y reflexiones, 1878 y Compendio de la Historia de Ciudad Real y de su patrona la Virgen del Prado (1866). En 1867 fue designado director del balneario de aguas ferruginosas de Puertollano.

.
No hay comentarios:
Publicar un comentario